martes, 28 de febrero de 2012

Etta y la concordia de las descargas

Al fin ha llegado lo que muchas carpeteras de los noventa y muchos ñoños camuflados esperaban (o -ábamos), aunque esta vez no de la mano de James Cameron, su creador, ya que continúa en la elaboración de la segunda parte de los humanoides azules.
La película más taquillera de todos los tiempos antes de la invasión tridimensional de las salas de cine ha conseguido tras 15 años desde su lanzamiento su más indescriptible secuela.
La versión “light” del Titanic ha tenido en esta ocasión sus localizaciones en aguas del Tirreno, con un insuperable nombre para la embarcación, el Concordia, que zarpó viento en popa y sin vela hasta la isla de Giglio, en donde se puso fin a la fiesta.
No hubo preocupaciones por la decencia, ni un pedrusco gigantesco de hielo, ni un fogoso encuentro que culminase entre temblores, sudor y los cristales de un Brush Runabout de principios de siglo empañados, pero si hemos podido disfrutar de una auténtica modern love story de la mano de un capitán torpón que, al igual que el prometido de Rose, acabó antes de tiempo fuera del barco tras una hermosa velada junto a una bermeja moldava que tradujo lo que tuvo a bien interpretar, e interpretó como pudo aquello que no supo traducir.
En la línea de grandes acontecimientos universales, el ciberespacio se ha llenado de enfurecidos mensajes, ataques a webs institucionales y muestras de solidaridad tras el cierre del conglomerado cultureta de Megaupload. Una auténtica concordia por las descargas y la visualización súper justa y bien pagada de lo que a uno se le antoje.
El hombre con la mansión más cara de Nueva Zelanda, con un envidiable historial delictivo a sus pequeñas espaldas, poseedor de yates, jets, y coches de alta gama conseguidos por su poco reconocido enorme esfuerzo (y tal vez, sólo tal vez, del de miles de trabajadores culturales muchas veces supervivientes gracias a las subvenciones públicas de papa Estado) ha sido alabado y venerado por millones de internautas defensores a ultranza del desarrollo cultural, del cine, las series, los documentales, las grandes producciones y las menores; los consumidores ávidos de la auténtica liberación cultural a coste cero, para ellos, claro.
El fervor por Kim Schmitz ha superado, como no, con creces al que pudiera haberse derivado del fin de vida terrenal de Etta James, y es que aunque la gloria rythmanbluesense contribuyese de forma intachable al mejor soul desde los 50 a la actualidad, ella no nos ofreció nunca su música de forma gratuita.
Mientras, en nuestra querida España continúan las grandes series judiciales con importantes novedades: “El deSastre” termina temporada y “Te escucho” tuvo su presentación con su protagonista arropado por su fiel fanaticada, a diferencia de Matas, Fabra y Urdangarín, que continúan a expensas de que los programadores fallen ecuánimemente su ubicación en la parrilla, la más sucia que se haya visto en muchos años. Estos compartirán liderazgo mediático con la nueva serie prevista de estreno en febrero, “Ventanas y a lo loco” y su rival “Andalucía, delegados y yo”. Además, ya está entre nosotros la madre de la telerrealidad, esa que anualmente nos invade y nos muestra de forma fideligna las vicisitudes de doce españolitos de a pie. GH ha vuelto.

Estoy contigo Etta, yo también “I´d rather go blind” en muchas ocasiones.

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